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martes, 10 de agosto de 2021

EL SEMANARIO CASCABEL Y LA MÚSICA EN LIMA

 EL SEMANARIO CASCABEL Y LA MÚSICA EN LIMA: I - 1935

     Fundado por el escritor y periodista puneño Federico More (Puno, 21 de enero de 1889 - Lima, 8 de febrero de 1955), "CASCABEL: el semanario peruano del sábado", dedicó muchas de sus páginas a la música peruana.

     Los primeros números de Cascabel aparecieron en 1935, cuando se iniciaba el boom de la radiodifusión. Los pormenores de la actividad teatral los podemos seguir a través de la columna "Desplumando la radio" de la que voy a reproducir algunos números. En los ejemplares que he podido consultar en la Hemeroteca de Biblioteca Nacional del Perú he encontrado también interesantes entrevistas a los personajes del momento que iré reproduciendo en sucesivas entregas. 

    "Cascabel" criticó repetidas veces la "argentinización" de los cantantes peruanos y tuvo una posición que podríamos llamar sectaria hacia la música andina. En el número 54 del 19 de octubre de 1935 se lee:
"A propósito de peruano, no se vaya a creer que somos partidarios de los yaravís y los huaynitos. Uno cada cierto tiempo, no molesta. Pero muchos, aburren. Por música criolla entendemos las marineras, los tonderos, los valses, etc."

Nº 54, 19 de octubre de 1935 


La radio está progresando en Lima. El número de estaciones trasmisoras aumenta frecuentemente. Y día a día se vende mayor cantidad de aparatos receptores. Las marcas se han multiplicado. Tenemos los Víctor, los Atwaker Kent, los General Electric, los Fairbanks Morse, los Zenith, los Philco, los Giko, los Silcox. Y una veintena más. Todos son aparatos estupendos, con aditamentos excelentes e innovaciones modernísimas. Todos son extraordinariamente selectivos. Todos son potentes. Todos son magníficos en presentación y en eficiencia. Cuando se trata de comprar un aparato, el pobre aficionado se encuentra perplejo. No sabe por cual decidirse. En la cabeza se le hace un laberinto de precios y de marcas. El hecho es que el radio se difunde más y más.

     En nuestros días está de moda ser aficionado a la radio. Todo el mundo quiere tener su aparato. Para escuchar desde el lecho o reclinado en una chaise longue, un poco de música, otro poco de discursos y otro poco de anuncios comerciales. Es decir, los discursos y, los anuncios interesan a muy pocos, quizás a ninguno, pero hay que escucharlos. Las estaciones son implacables. Por una porción de placer nos ofrecen muchas porciones de sufrimiento.

El funcionamiento de las estaciones debe ser reglamentado en forma que signifique alguna garantía para los pobres radioescuchas. En primer lugar, limitar la transmisión de discos. Esto de los discos es esencial. No vamos a sugerir que se supriman. Sería absurdo. Sólo proponemos que se limite su uso. Hay estaciones — la Dávila, por ejemplo,—  que sólo trasmite discos. Y por unos cuantos discos que no le cuestan casi nada y que endilga a los aficionados todos los días, hace propaganda a una serie de productos. Es decir que la propaganda le resulta casi gratuita costa de la paciencia de los aficionados.

 Se dirá que los aficionados tienen el derecho de no sintonizar esa estación. Con ese criterio se podría autorizar la venta de pastelillos podridos en vista de que el público tiene derecho de no comprarlos. Además las estaciones trasmisoras deben estar instaladas en condiciones que permitan una buen sonoridad. No sabemos cómo está instalada la de la casa Dávila, pero tal como se escuchan sus trasmisiones es fácil deducir que le falta mucho para que se le pueda llamar una estación. De la casa Dávila se puede decir que más es el ruido que las nueces

Ya hay algunos buenos intérpretes de radio. Pero también los hay pésimos. Ocupémonos primero de los buenos. Comencemos, por razones de galantería con las mujeres. En este momento nos acordamos de Miquita González y Alicia Lizárraga que cantan en la estación Goicochea, y las hermanas Markevic que cantan en la Dusa acompañadas del trío de cuerdas. Desgraciadamente, todas estas buenas intérpretes actúan muy pocas veces. O los directores de esas estaciones carecen de criterio para saber lo que le agrada al público. O son artistas “al gratén” que trabajan cuando les da la gana. Si es lo primero hay que cambiar a los directores. Si lo segundo, debe pagarse su trabajo a esas artistas para poder ofrecer buenos programas.

Entre el elemento masculino también hay buenos intérpretes. Tenemos el dúo Guido - Hernández. El Trío de Cuerdas de Dusa, con Santillán, Wetzell y Carreño. El dúo Acevedo - Ruiz, del conjunto los Trovadores Porteños, de Radio Goicochea, y el Conjunto Callao. Entre los chalacos hay que mencionar a Mecklenburg y Cómena. Además, hay algunos otros. Todos los mencionados son bastante buenos. Tienen el defecto de argentinizarse mucho, pero cantan bien y gustan. Su argentinismo les perjudica a ellos mismos, pues les impide adquirir personalidad y característica propias. Ya saldrá alguno que cante en peruano.

Ahora ocupémonos de los malos intérpretes. Abundan en todas las estaciones. De ambos sexos.

En atención a su entusiasmo, preferimos, por esta primera vez, no citar nombres. Pero si siguen molestando al público seremos implacables. Una de las estaciones que más ha abusado de los aficionados que escuchan y de los aficionados entusiastas que cantan es la Radio Sucre, establecida hace poco tiempo. Una serie de señoritas y jovencitos nos han hecho oír su voz a través del éter. ¡Lo que han sufrido nuestros pobres tímpanos! Entre los malos intérpretes hay que citar al Ruiseñor de la Radio, que canta y silba en Dusa — lo citamos porque sólo usa nombre de batalla —  quien parece haberse propuesto malograr todo o gran parte de lo que trasmite el trío de cuerdas. Cuando aprenda a silbar le va a gustar mucho. Por ahora, preferimos que se calle.

A propósito de peruano, no se vaya a creer que somos partidarios de los yaravís y los huaynitos. Uno cada cierto tiempo, no molesta. Pero muchos, aburren. Por música criolla entendemos las marineras, los tonderos, los valses, etc. De los Intérpretes masculinos que hemos citado, algunos cantan frecuentemente, otros solo muy contadas veces. Y es una lástima. Nos parece que el secreto está en la falta de pago.

Que conste que nos quedan muchas cosas por decir. Sobre la música, clásica, sobre los anuncios, sobre los discursos y las recitaciones. No queremos ni acordarnos — por hoy — de los momentos poéticos de Goicochea, ni de las audiciones bailables de Grellaud. ¡Qué distinto es en otras partes! Hace algunos días escuchábamos una audición de música bailable de Buenos Aires — de la Radio Nacional — y nos quedamos sorprendidos al no escuchar sino muy escasas veces, la voz del speaker. En Lima, lo escaso es la música.

¿Saben en la Radio Grellaud para qué sirven las audiciones bailables? Pues para bailar. Imaginémonos una sala. Veinte jóvenes de ambos sexos bailan alegremente. Termina el disco y los bailarines se sientan. Mientras esperan el nuevo disco, tienen que enterarse, pacientemente, que en tal parte venden zapatos baratísimos salvados del último Incendio, que no hay mejores sombreros que los que vende Fulano, en la calle Tal, número Tantos, y que Grellaud es la casa del auto. ¿No les parece que es muy ridículo ver a todos esos bailarines sentados, escuchando anuncios comerciales? ¿No cree Grellaud que cuando esos bailarines se den cuenta de su triste papel se apresurarán a desempolvar y poner en funcionamiento la antigua victrola?

¡Hasta el otro sábado!


N° 57 - 9 de noviembre de 1935

 


Ya hay varios conjuntos criollos. Pero todos modestos. Aún no ha aparecido el conjunto, o el cantante, con clase suficiente para colocar a la música criolla en su verdadero plano. En la actualidad, la música criolla Interesa sólo como recuerdo. Es que no hay producciones nuevas. Y si las hay son pocas, o malas o desconocidas. Los cantores y los compositores criollos son argentinos cien por cien.

     La música argentina se presta más para tener éxito. De un lado, está de moda. De otro, nuestro público está acostumbrado a oírla. Sin embargo, aún se escucha con cierto placer un vals, un tondero o una marinera. Desgraciadamente, son las mismas piezas de hace diez años. Tienen el mismo sabor que en la Argentina debe tener "La Copa del Olvido", o "El Taita del Arrabal". Música criolla nueva, gustaría. Siempre. claro, que fuera buena.

Por hoy no insistiremos más sobre los cantores criollos. Por lo pronto, "El Trío Peruano", "Los Criollos", y el Trío de Cuerdas de la Radio Sucre se desempeñan. El radio es relativamente nuevo entre nosotros. Y así como ya están saliendo Intérpretes de cierto mérito en lo que se refiere a música argentina, no debe estar lejano el día en que surja el gran cantante criollo. En cuanto uno tenga éxito, saldrán otros. Y tendremos una verdadera invasión de criollos 

Las estaciones han encontrado la forma de alargar sus audiciones interesantes. Pero de alargarlas a costillas de la paciencia del público. Los números de los conjuntos se alternan con discos. Así, las audiciones de media hora, se transforman en audiciones de una hora.

Otro de los abusos de las estaciones es la abundancia de propaganda. Entre pieza y pieza, anuncian tres o cuatro productos. Y no se limitan a hacer un anuncio escueto. Sus anuncios son extensos y cansados. Debe limitarse la propaganda de la radio. Fijarse una cantidad máxima de palabras entre cada número de Interés para el público. Y un número mínimo de discos 

Las audiciones de discos sí son exclusivas.  Discos y discos. Lo peor es que las estaciones ni siquiera se preocupan de cambiar frecuentemente su stock de discos. Todos los días la, misma musiquita. Por muy, interesante que sea el disco, si se le escucha a cada rato, cansa. Tenemos, por ejemplo, el caso de "Una Isla de Capri", que canta el argentino Alberto Gómez. No hay duda que Gómez canta muy bien. Y que esa es una de sus mejores interpretaciones. No obstante, "Isla de Capri" está ya aburriendo. Se le tolera sólo por tratarse de Gómez. ¡Cómo será cuando se trata de musiquitas mediocres y de intérpretes también mediocres! 

Insistimos en que eso de los discos debe limitarse. Las estaciones de radio son un negocio. No se instalan con el objeto de recrear los oídos del pueblo. Su objetivo central es ganar dinero. Pero toda actividad pública debo estar regulada por la ley. Los particulares no tienen derecho de proceder como les dá la gana, Sin estar sujetos a ciertos deberes, Limitando el empleo de discos se contribuiría a solucionar la desocupación de los músicos nacionales. 

Las trasmisiones deben guardar relación con los gustos del público. Si a la mayor parte del público le gusta la música bailable, esta debe primar en las trasmisiones. SI a muy poco público le gusta la música clásica, escasos deben ser loe programas clásicos. Las estaciones podrían hacer un turno riguroso de música clásica. Para que no se dé el caso -como ahora de que todas las estaciones estén trasmitiendo, simultáneamente, música de esa que llaman buena. 

Desde luego, cualquiera puede instalar una estación de radio. Pero cualquiera no puede instalar una, empresa para trasmitir anuncios. Las estaciones que no trasmiten anuncios, tienen derecho a tocar los discos que les dé la gana. Pero las que trasmiten anuncios, deben contratar, en compensación, números especiales de interés, renovándolos constantemente. Por otra parte, también debe vigilarse el estricto cumplimiento de los programas anunciados. Recuérdese que cuando no se cumplen loe programan teatrales, se multa a los empresarios. También puede multarse a las estaciones. 

Ocupémonos de Miquita Gonzáles. En la Radio Nacional la hemos escuchado acompañada do su Conjunto Típico. Miquita ha formado su propio conjunto. También la hemos oído en la Radio Goicochea, acompañada al piano por su hermana Zulema. Aconsejamos a Miquita buscarse mejores acompañantes. . Ni su conjunto típico ni su hermana la ayudan gran cosa. Miquita canta en argentino. Tiene estilo y mucho gusto, pero escaso volumen de voz. Un par de bandoneones le vendrían de perilla. o también un trío de cuerdas como el de Radio Dusa. A propósito, no sabemos qué se habrá hecho Vilela. Si Miquita lo encontrara, habría enriquecido notablemente su conjunto.

En esta edición preferimos no ocuparnos mucho de los buenos intérpretes. Nuestro propósito es servir al público denunciando lo que no sirve. Por eso nos ocupamos de los acompañantes de Miquita Gonzáles. Que haga la prueba de acompañarse con guitarristas como Santillán o Carreño y verá lo que es bueno.

A propósito de Carreño le aconsejamos un descanso. La Radio Dusa debe ser más considerada con ese cantor que ha sido uno de los buenos. Ahora está en un mal momento. Casi todos lo están superando. Especialmente los del Conjunto Chalaco.


N° 60 - 30 de noviembre de 1935           

 


 

El compositor nacional Carlos Valderrama ha tenido un acierto y la Radio Dusa otro: amparar el acierto de Valderrama. Este ha constituido un quinteto exclusivamente concretado a la Interpretación de música selecta nacional. Para que la escuchen en el país y hacerla conocer en el extranjero. El miércoles se realizó la primera transmisión Internacional. De 9 a 10 de la noche. Se repetirá el próximo miércoles a la misma hora.

Para ese señor todos los intérpretes de la música criolla le dan la sensación de bulliciosos borrachines. Y por eso prefiere a los estilistas argentinizados o a los que cantan en inglés. En Orellana se conforman son los números criollos que algunas vez, como generada transacción, cantan las señoritas Miller y Llanos y el Conjunto Callao.

Componen el quinteto, Carlos Valderrama al piano; Blanca Rosa Reyna, órgano; Amanda Ramírez Gonzáles, cantante; Conrado de Marsi, violonchelo; y Humberto Perret, violín. Está muy bien este nuevo esfuerzo de Valderrama. Según nos ha dicho, el conjunto interpretará las piezas de cualquier compositor nacional.

No se confunda la música popular criolla con la música selecta nacional. A la gran mayoría le gusta la primera. Pero también es bueno difundir la segunda, sobre todo cuando, como en esta vez, se hace con cierta mesura. Que no se repita el caso de la “Campana de María Angola" que la tocaban todos los días y a cada rato 

Respecto a la música popular criolla también se advierte una reacción. Volvimos a oír a "La Limeñita" en Goicochea. Es un acierto. "La Limeñita" cantó bien. Con gusto y con sentimiento. Demostrando que no todos los cantores criollos tienen voz aguardientosa como cree el Director Técnico de la Radio Grellaud.

Es  verdad que en Grellaud trabaja Terecita Arce que es criolla al mil por mil. Pero ya hemos dicho que eso es otra cosa. Las estaciones principales, que tienen mayor publicidad, están obligadas a contratar diversos números criollos. No hay razón para que predomine la música extranjera. En Dusa tiene al Dúo Chosicano, pero no basta.

Es tal la fiebre por la música extranjera, que hasta una institución nacional, el hogar de la Madre, que ofreció una audición en la Radio Miraflores, olvidó, casi por completo, la música criolla. Predominaron los tangos, rancheras y canciones en inglés. Amén de la consabida música selecta.

Hemos recibido una carta preguntándonos por qué ya no trabaja Fernandín, el cómico chileno, en Dusa. Corremos traslado de la pregunta.

Radio internacional transmitirá los anuncios — la relame comercial — del diario "El Universal”. Eso aumentará el Interés de sus audiciones. ¿No es verdad? La ocurrencia es general.

No se vaya a creer que somos enemigos decididos de la música extranjera. Todo lo contrario. Nos gustan la rumba, el tango, las sambas, las rancheras, las tonadas y las cuecas. El fox trot y el jazz. Pero nada de esto justifica el desplazamiento de la música criolla. La música extranjera debe estar en segundo término 

Somos los primeros en reconocer que no son muchos los intérpretes de música criolla. Es decir, intérpretes buenos. Tampoco son abundantes los compositores. Pero esto proviene de la falta de apoyo. Si sólo pagan por cantar tangos, todo el mundo prefiere cantarlos. En este tiempo se piensa, antes que nada, en los soles. Por eso es doble el mérito de los pocos Intérpretes criollos. Son los que han sobrevivido de nuestro desastre musical.

Para familiarizar al público con los intérpretes, reportaremos, semanalmente, a los que más se destaquen. Iniciamos con una entrevista a "La Limeñita", no muy conocida aun, pero que es una de las sobrevivientes de que hablábamos en el párrafo anterior 

No dicen verdad los que aseguran quo no hay intérpretes criollos. Son pocos, pero hay. El otro día tuvimos oportunidad de visitar una verdadera mata de artistas. Un semillero de cantores: el Centro Musical Carlos A. Saco. Queda en la Plaza Buenos Aires. Todos sus socios tocan y cantan. Lo hacen por afición. Porque les gusta la música. Y entre ellos hay algunos buenos. Ya lo saben los directores artísticos do las estaciones.

Es por eso que hemos sugerido la organizaciónde un certamen de canciones criollas. El certamen no costaría nada a la estación que lo organizara. Porque podrían hacerlo en horas especiales, consiguiendo publicidad extraordinaria también. Estamos seguros que tendría éxito y que surgirían algunos buenos intérpretes que hoy, permanecen ignorados.

El concurso podría ser organizado por alguna de las buenas estaciones. Decimos esto porque es necesario oír bien. Por ejemplo, Grellaud o Dusa. O Nacional o Goicochea. O Miraflores o Sucre. Salvo que cualquiera de las otras Dávila, Internacional o Gilco, quieran demostrar que hay deseo de hacer algo bueno.

A propósito de Gilco, está bien que sus programas no sean exclusivamente de discos. Para comenzar, está bien.

Nos han dicho que en algunas estaciones los llamados directores artísticos proceden tiránicamente con los artistas, haciéndoles Interpretar lo que a ellos - a los directores- les da la gana. Esa es una majadería. porque los artistas cantan mejor lo que quieren cantar.

Esta semana queríamos ocuparnos de los imitadores. De los que se han dedicado a imitar a Irusta o a Gardel. A Libertad Lamarque o a Rosita Quiroga. Olvidan que el espejo refleja la imagen. Pero que el reflejo no tiene vida. Los imitadores son especie de suicidas. 

Sigue.... 

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